Laura González Alba
“No tengo tiempo, no tengo ideas, siempre hago lo mismo, no sé hacerlo, tengo que ir cargada con el tupper…” están entre el top de las excusas que nos ponemos cuando nos planteamos mejorar nuestra forma de comer.
Pues es verdad, cocinar supone dedicar algo de nuestro tiempo, unas nociones básicas que nos hagan tener ideas ante la sarten y sí…cargar con el tupper puede no ser lo más glamuroso.
Sin embargo, el hecho de decidir comer a diario la comida elaborada por nosotros es tanto o más importante como hacer ejercicio cada día. Así lo afirmaba el estudio publicado en 2014 por la universidad de Johns Hopkins de Baltimore, en el que se concluía que, al margen de querer perder peso, las personas que cocinaban en casa a diario consumían menores cantidades de grasas y azucares.
Y es que cuando cocinamos en casa tenemos el súper-poder de decidir qué, cuánto y cómo. Por ejemplo, si quiero reducir la cantidad de grasa que consumo, durante la elaboración del plato puedo decidir la cantidad e incluso seleccionar el tipo de grasa (a poder ser aceite de oliva) que voy a añadir a la receta. Sin embargo, en un restaurante son otros los que deciden y en muchas ocasiones con un criterio que no se preocupa por nuestra salud sino por la del negocio. Es decir, cocinando me hago libre para decidir y elegir cómo me quiero alimentar.
Además, en casa podemos mantener nuestras buenas costumbres y seguir con el plan que nos hemos propuesto. Y me refiero al plan que nos mantiene en nuestros buenos hábitos, llevando al plato lo que sabemos que es bueno para nosotros.
Pero la cocina no solo hace que comamos mejor, también nos hace sentir mejor y fomenta las relaciones con nuestro entorno. Desde dar un paseo por un mercado para hacer la compra, a cocinar acompañado y hasta compartir lo que hemos cocinado o la receta con los compañeros de la oficina. La cocina fomenta además la creatividad, porque casi todos hemos empezado a cocinar sin saber muy bien qué hacer, y poco a poco vamos haciéndonos nuestro propio recetario y esos platos que siempre nos funcionan. Es un proceso de aprendizaje con todos los beneficios que ello conlleva.
El bolsillo también gana porque mientras que el menú del día nos está costando en torno a los 10,00€ por menos de 5,00€ nos hacemos un tupper completo, rico y casero. Es cierto que el tiempo vale dinero, pero la salud no tiene precio.
Pero cocinar en casa no solo nos mantiene más sanos a nosotros y a nuestra cartera, sino también al planeta. Cocinando en casa podemos seguir eligiendo el producto local de temporada, materias primas de calidad y eliminando el consumo de procesados. Estos gestos tienen un impacto directo en la reducción del consumo de plásticos y la optimización del uso de la energía en casa. Por ejemplo, usando de un modo más eficiente los electrodomésticos y no calentando en tres milisegundos una lasaña congelada.
Por eso, no se trata de ser un gran chef y pasarse horas en la cocina. Para comer a diario basta con hacer combinaciones sencillas de productos frescos, añadirle las legumbres, la carne o el pescado que nos apetezca y acompañarlo con algún cereal. Y poco a poco nos sorprenderemos de cómo vamos evolucionando. Véase el siguiente ejemplo de elaboración de tupper:
- ¿Cuándo?: sábado por la tarde después de la siestecita y antes de salir a disfrutar de la noche madrileña.
- ¿Qué?: calabacín y cebolla asados con lentejas y arroz.
- ¿Cómo?: Verduras al horno, legumbres a la olla rápida y arroz a la cacerola. Obviamente condimentadas con sal, aceite y especias al gusto.
- Mientras se cocinan te sobra tiempo para ver este TED de Mark Bittman sobre lo que está mal en nuestra alimentación:
- Tiempo total consumido: 20 minutos + 10 de recoger y llenar el tupper.
- Resultado: Tupper para dos días + conocer los argumentos de Mark Bittman para cocinar + alimetación más sana.
Creo que el balance esfuerzo-tiempo-resultado compensa bastante.