Miguel Carrero
Barry Schwartz, investigador del comportamiento, en su libro “¿Por qué trabajamos?” describe la tecnología de las cosas como un camino de eficiencia, en el que si una tecnología desarrollada en un objeto no es buena entonces lo normal es que desaparezca por si sola.
Sin embargo, cuando tratamos con las ideas distingue entre lo que es un descubrimiento de una invención y ocurre que, a menudo, se trata como descubrimiento lo que realmente es una invención. Una empresa, por ejemplo, puede inventar un método de laboratorio y descubrir con ello cierta composición de un material. Es lógico que quiera patentar el método como invención, pero lo que no es lógico es que quiera patentar el descubrimiento de la composición de ese material.
El hecho es que el comportamiento humano es flexible y adaptativo y normalmente lo que a menudo se ha tratado como descubrimiento, realmente es una invención. Así, Barry Schwartz pone el ejemplo de una de las ideas que terminó formando parte de toda una ideología en las primeras fases de la revolución industrial: el principal motivo por el que las personas trabajan es por el salario y, en base a esa ideología, se diseñaron las fábricas y con ello todo el mundo del trabajo. ¿Qué importancia puede tener el bienestar del trabajador si lo que prima es su productividad y la remuneración que se le da por ella?
El principal problema que se deriva de este tipo de comportamiento con el uso de la “tecnología de las ideas” es la simplificación de los sistemas y, con ello, obviar partes importantes que son fundamentales en el conjunto. Y es capaz de transformar la sociedad, aunque sea una tecnología defectuosa. Siguiendo con el ejemplo expuesto, si se considera al trabajador como un recurso entonces factores vitales como su salud no entran en el funcionamiento de la ecuación y, sin embargo, si esta se deteriora entonces el sistema simplificado quiebra.
Es decir, el comportamiento humano es flexible y adaptativo, pero conforma un sistema que es muy sensible a las influencias externas debido a su complejidad.
Obviamente, este tipo de ideologías tan perniciosas cada vez tienen más detractores y la investigación, el estudio y análisis, saca a la luz otras características que no tienen por objetivo directo la rentabilidad de la empresa sino el bienestar de las personas que en ella desempeñan una labor y que, sin embargo, terminan reportando grandes rendimientos.
Uno de los autores destacados en estas alternativas es Daniel Pink, experto en temas de negocios, que en su libro “Drive” habla de la motivación intrínseca de las personas, basada en:
- La autonomía, el deseo de dirigirse a uno mismo
- La maestría, llegar a dominar una disciplina
- El propósito, la misión y visión de las empresas.
Si se cuidan estos aspectos y se desarrollan en la persona, ésta ve potenciada su motivación e interés en el trabajo y, por ende, la productividad…
Ahora estamos llegando a una era histórica en la que se empieza a hablar del fin del trabajo tal y como lo entendemos. No creo que haya nadie, hoy por hoy, que no haya oído hablar de la robotización y sus efectos en la automatización de muchas de las tareas que hoy en día desarrollamos los humanos, aunque creo que muchos de los análisis que salen en medios de comunicación son erróneos en cuanto a describir lo que se nos viene encima como un desastre. Dos de los países más robotizados del mundo, Alemania y Corea del Sur, tienen las tasas de paro más bajas del planeta.
Claro que estamos refiriéndonos a una robotización mecánica y todavía estamos en el preludio de la robotización “virtual” por medio de algoritmos que automatizarán los trabajos del sector servicios. Sin embargo, lo ocurrido con los dos países mencionados nos puede dar pistas de por dónde hay que andar este camino tan enmarañado.
Una de las acciones que primero se nos puede venir a la mente es la creación de nuevas actividades que hoy en día o no existen o no están remuneradas. Jeremy Rifkin, experto en el tema, en su libro “El fin del trabajo” incluso habla de la necesidad de empezar a remunerar tareas que hoy en día no se consideran dentro de la economía, como las de las ONGs y las de los trabajos del hogar. Otra dificultad va a ser, por ejemplo, la transformación de la ideología que simplifica las vías de la recaudación de fondos, de donde surgen ideas tales como hacer pagar impuestos a las empresas por la productividad de sus robots.
Pero con la exposición de estos temas me ocurre que me siento como un espectador. ¿No te pasa a ti lo mismo?, que si esto lo tienen que hacer los gobiernos, que si aquello las empresas… Pero lo que tienen en su centro estos cambios de eras es la gran incertidumbre de lo que al final realmente va a ser el futuro. Hablamos de los escenarios que manejan los expertos, pero como en muchas otras ocasiones siempre puede surgir un grupo de personas que, con o sin recursos, son capaces de desarrollar nuevas ideas, nuevas realidades que den respuesta a algunas de las incógnitas.
Esta posición de salida que parece ser cada día que amanece nos pone a nuestros pies la responsabilidad de diseñar ese futuro. Ya que es incierto y que hay que construirlo ¿Por qué no ser uno mismo quién le de forma? A su medida, en lo que abarca, en todo aquello que podemos influenciar. No es necesario imaginar una revolución global, sino una personal. ¿Qué podría hacer yo para que mi existencia en ese futuro fuera agradable?
Son esas posibles respuestas las que a mí me justifican el concepto de emprendimiento. Está muy manido su uso y en gran medida se aprovecha para terminar poniendo sobre los hombros de las personas el coste de la adaptación. Entonces lo que define a la acción es su motivo. ¿Y si la acción viene motivada por ese deseo legítimo del individuo de tener una mejor vida? ¿Y si, sabiendo de la complejidad del arte de ser humano, nos embarcamos en la misión de ser artífices de la creación de parte o todo de ese futuro?
Entonces emprender ya no es sólo una forma de ganarse la vida en un mundo post-capitalista, sino que se convierte en un movimiento que lo que pretende es llevarnos a una nueva era a través del diseño de la realidad.
“La humanidad es una fiesta sin celebrar”
Antimateria. Sicario & Hazhe.
Excelente artículo donde se reflexiona sobre el futuro del empleo y la necesidad de emprender. Destacar: “Esta posición de salida que parece ser cada día que amanece nos pone a nuestros pies la responsabilidad de diseñar ese futuro. Ya que es incierto y que hay que construirlo ¿Por qué no ser uno mismo quién le de forma?”
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