Leí con cierta reticencia el libro de Jonathan Haidt “La Hipótesis de la Felicidad”, más que nada porque en la portada indica que trata sobre psicología positiva. Y después de leer críticas a esta supuesta disciplina como la del libro Happycracia (hay muchas más) me generaba rechazo.
Pero no tenía más remedio que hacerlo. Es una referencia que uso mucho para explicar una de las mejores herramientas que he encontrado para la gestión personal. Y quería profundizar en ello. Afortunadamente, ha sido un acierto (no sin antes ir vacunado).
La herramienta a la que me refiero es el uso de la metáfora de que la mente racional es como un jinete sobre el elefante de nuestra mente emocional. La mente racional es mucho más reciente en nuestra evolución, sin embargo, la mente emocional es muchísimo más poderosa. Nos afanamos en que nuestra razón, como un jinete, controle nuestras emociones, pero el elefante es tozudo y el jinete normalmente fracasa. El libro de Jonathan Haidt recorre multitud de descubrimientos sobre nuestro comportamiento que se pueden tratar con esta metáfora del jinete y el elefante.
El uso de la herramienta va dirigido a emplear técnicas que, en la medida de lo posible, puedan motivar al elefante y dirigir al jinete. Y qué mejor ayuda práctica que el libro de los hermanos Heath “Cambia el Chip” que se basa en el uso de esta metáfora.
Pero de lo que quiero hablar es del concepto de metáfora. Este texto es del libro de Haidt
Nuestra vida es la creación de nuestras mentes y gran parte de esa creación se logra con la metáfora. Vemos cosas nuevas desde el punto de vista de las cosas que ya entendemos: la vida es un camino, una discusión significa una guerra, la mente es como un jinete sobre un elefante. Con una metáfora equivocada se nos puede engañar; sin metáforas, estamos ciegos.
Es decir, las metáforas son como una de las base de la creación de nuestras creencias y son estas las que marcan nuestro comportamiento.
He repasado el blog para identificar algunas metáforas que me han venido a la mente cuando escribía esta entrada y que te animo a que leas:
Metáfora de la caza de persistencia
Metáfora de los dos caminos.
Metáfora del sistema de guiado de misiles.
En esta otra entrada Creando el futuro (II) hablaba sobre la tecnología de las ideas. Barry Schwartz, en su libro “Por qué trabajamos” dice que la mayor parte de nuestras ideas sobre la naturaleza humana viene de descubrimientos de las ciencias sociales. Un descubrimiento en ciencia puede dar pie a invenciones. Con la tecnología de las cosas es evidente; descubres las ondas de radio e inventas la radio. Pero con las ideas puede que no funcione así, puede inventarse una idea sin base en un descubrimiento. Por ejemplo, en su día, con la invención de la eficiencia, los centros de trabajo estaban preparados para lograr ese objetivo, pero el efecto que tenía en las personas era nefasto: tareas repetitivas y agotadoras que deshumanizaban a los trabajadores.
Este es un defecto que encontramos de manera generalizada en las teorías económicas, que básicamente pecan de asumir una simplificación del comportamiento humano porque si no los modelos teóricos no funcionan. Es decir, “adaptan” al ser humano a las supuestas teorías. Por ejemplo, la teoría de la elección racional del consumidor define a la persona como un agente que tiende a maximizar su utilidad-beneficio y a reducir costos o riesgos. En base a este concepto se han puesto en marcha durante décadas políticas económicas tanto desde el mercado como desde los estados.
Pero la ciencia del comportamiento nos dice que es un punto de vista sesgado de la persona. ¿Quiere decir que no nos comportamos así? Depende de las circunstancias. En general, nuestro comportamiento es mucho más complejo. Es decir, como personas nos adaptamos a los entornos que nos encontramos. El problema es los efectos a largo plazo en toda una civilización. ¿Qué pasa si aplicamos una idea sesgada o que no tiene sostén en descubrimientos ciertos? Pues miremos el mundo individualizado y consumista que vivimos.
Otro poderoso ejemplo del poder de las metáforas es el caso de la investigación de Carol Dweck. Descubrió que los estudiantes que tenían la idea de que sus capacidades básicas intelectuales eran fijas, su mayor preocupación era defender lo que creían tener. Sin embargo, otros estudiantes pensaban que la inteligencia y sus habilidades se pueden desarrollar, con el resultado que conseguían un buen desarrollo académico. La diferencia del desempeño de unos y otros resultaba evidente. De aquí la máxima educativa que dice que no hay que alabar la inteligencia del estudiante sino su esfuerzo.
Otra gran metáfora es la que se conoce como el “fantasma en la máquina”. Sus raíces nos llevan a Descartes y al pensamiento de que mente y cuerpo es una dualidad. En su libro “La Tabla Rasa” Steven Pinker comenta que la ciencia está demostrando que realmente no existe esa dualidad, es más incluso el yo como lo percibimos no existe. Un ejercicio que anima a hacer es que pensemos en ese yo, que es como si fuera el piloto de nuestra existencia. ¿Podríamos imaginar que hay un yo que controla a ese yo? Es fácil, inténtalo. Y si te animas puedes complicarlo e imaginar otro yo que controla al anterior. Por tanto ¿Quién te asegura que cualquiera de ellos exista?
A lo que te animo es que seas un buen buscador de metáforas, como dice Haidt estas construyen nuestra mente.
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