Nueva Economía y Economía Colaborativa

Once we get rid of the dude in the car, Uber will be cheaper
(Cuando nos deshagamos del tipo del coche, Uber será más barato)
Travis Kalanick, Uber CEO
28-05-15

Empiezan a ser constantes las noticias, conferencias y multitud de medios informativos que nos hacen llegar datos sobre lo que supondrá para la sociedad los cambios que estamos ya viviendo en cuanto a modelo productivo y económico a nivel global y, obviamente, el efecto que socialmente están provocando.

Cuando se quieren poner ejemplos de esas nuevas prácticas asociadas con la revolución digital, se suele nombrar, por ejemplo, a Uber como una especie de buque insignia. Son ciertamente sorprendentes sus datos de crecimiento y resultados, aunque surge una justificada duda sobre la aureola de éxito de la que la compañía disfruta frente a noticias como esta

Uber reconoce que ha robado millones de dólares a sus conductores de Nueva York

que hace replantearle a uno qué significa “éxito” y en qué contexto.

En una de las charlas de ted.com (muy fan, confieso) he podido disfrutar de las explicaciones que Jeremy Heimans da sobre lo que es y no es nueva economía. Distingue entre modelos de negocio y valores de la nueva economía, que resultan dos clasificaciones muy ilustrativas para situar a las empresas y definirlas correctamente según sus prácticas. Pero con lo que no estoy de acuerdo es con su clasificación de valores de la nueva economía.

Las prácticas empresariales, como toda actividad humana, están moduladas por la escala de valores de las personas que las ponen en marcha. Si bien es cierto que la nueva economía permite democratizar el modelo económico, eso no quiere decir que vaya a ser la constante en las prácticas que se lleven a cabo.

Siguiendo con el ejemplo de Uber: es una plataforma basada en una aplicación en la que las personas que quieran se pueden apuntar para poner a disposición del negocio su vehículo y su trabajo, entonces Uber recibe peticiones de servicio de transporte de personas (normalmente) y facilita la prestación del servicio a los que se han apuntado y paga comisiones quedándose Uber con un porcentaje del servicio. Obviamente, el poder lo ejerce Uber y no el colectivo de conductores con vehículo propio. ¿Qué tiene de nuevo?, que una empresa se ha servido de una aplicación para hacer un negocio de los de toda la vida y que la inversión que ha tenido que hacer es ridícula si la comparamos, por ejemplo, a escala, con la que tendría que hacer una empresa de taxis. Pero no podemos catalogarla por ejemplo de economía colaborativa (uno de los matices que más se remarcan en la nueva economía). Colaborativa sería si los dueños de la plataforma fueran los conductores, si los beneficios se repartieran equitativamente y el poder de gestión fuese distribuido entre todos ellos. Es decir, la empresa utiliza una nueva tecnología, pero aplica los valores empresariales a los que estamos acostumbrados.

Creo que es un error hablar de valores de la nueva economía; los valores son universales. El capitalismo que conocemos tiene valores que pueden ser calificados de poco éticos. Y creo que la nueva economía lo que supone, dada las posibilidades que ofrece, además de una aplicación tecnológica a los negocios, es una oportunidad fantástica para que podamos exigir el despliegue de valores éticos.

Por ejemplo, la transparencia, uno de los valores que Jeremy Heimans cataloga como de nueva economía. La transparencia puede existir en cualquier modelo, lo que ocurre es que en la vieja economía era posible controlar la transparencia pero hoy en día es más difícil ya que el flujo de información es más democrático y masivo. ¿Puede haber negocios de la nueva economía poco transparentes? Por supuesto, aunque están más expuestos al juicio social y, por tanto, a no tener éxito.

La verdadera novedad de la nueva economía es que se pueden desarrollar actividades empresariales muy lucrativas desde un despliegue de valores éticos profundamente humanistas. Por ejemplo, existe un modelo de empresa en el sector de la distribución que parte de un fabricante el cual pone toda la inversión necesaria para llevar el producto directamente a la casa del consumidor y la otra parte de la distribución, que es crear el vínculo entre el consumidor y el producto (en cuanto a imagen de marca, calidad, respeto ambiental, etc) la deja en manos de emprendedores; es decir, el fabricante despliega medios de producción y servicio físicos mientras que el emprendedor despliega medios “virtuales”. En la economía tradicional este despliegue de medios, parte fundamental de la distribución, eran desarrollados por la publicidad, etc que tenían un coste enorme de recursos y generaban una actitud pasiva del consumidor ante los estímulos que recibía. Por otro lado el capital social generado en la empresa tradicional quedaba encerrado en su ámbito, sin embargo con este modelo descrito de nueva economía, de economía colaborativa, el capital social se despliega por enormes redes de emprendedores y consumidores que hacen fluir información que cambia no solo la actitud del consumidor en cuanto a la información del producto que consume sino la de los emprendedores que acceden a un sistema en el que fluye la información de las mejores prácticas y en el que se comparten los beneficios.

3 comentarios

  1. Fantástico trabajo, poder participar de una empresa de tal manera que te permita ayudar a otras personas y, además, luchar por el medio ambiente y causas sociales.
    Viva la nueva economía y la economía colaborativa.

  2. Grandísima entrada! Cómo siempre, dejando la intriga de esas nuevas posibilidades a los que tengan el corazón y la mente dispuestos a bucear!

  3. La Justicia europea dicta que Uber no es economía colaborativa y debe estar regulado como un transporte
    http://www.eldiario.es/economia/Justicia-Uber-economia-colaborativa-transporte_0_720578015.html

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *